En Febes el inglés no va a ser una asignatura, queremos iniciar a los niños para que se conviertan en niños bilingües.
- Para ello, todas las tardes, durante dos horas, les hablamos en inglés
Orlanda Varela es la psiquiatra y coordinadora de formación sobre bilingüismo de Sinews, un centro de Madrid que ofrece terapia (psicología, psiquiatría, logopedia y terapia ocupacional) en varias lenguas, y organiza talleres periódicos para padres que tratan de criar niños bilingües.
Varela dice que para que se desarrolle a nivel nativo una lengua, se considera necesario que al menos el 20% de la actividad comunicativa real del niño tenga lugar en ese idioma. Por tanto, se trata de que durante al menos el 20% de las 10-11 horas que el niño está despierto, reciba estímulos en esa lengua.
- Queremos exponer al niño al idioma para que lo escuche siempre y se familiarice con él poco a poco, sin prisas ni obligaciones.
"Los idiomas se aprenden a base de diálogo, de preguntas y respuestas, de prueba y error y de autocorrección", dice Varela, y añade que el estímulo es mucho mayor cuando ese diálogo sirve para "desarrollar habilidades útiles a nivel real"
Según los expertos, en los primeros años de la infancia se desarrollan determinadas zonas del cerebro fundamentales en el aprendizaje lingüístico.
Para el equipo de investigación de la Dra. Kuhl, el periodo crítico para asimilar los sonidos se produce entre los 6 y 8 meses de edad del bebé. Hasta ese momento todos los bebés eran equivalentes, su cerebro estaba preparado para asimilar cualquier sonido. Pero es a partir del sexto mes que nos encontramos en ese periodo crítico, cuando el bebé empieza a escuchar intensamente a los adultos y a registrar los sonidos que éstos le transmiten. Durante los dos meses siguientes su cerebro los irá grabando y los fijará de tal manera que creará las bases para todo el desarrollo de su vida tanto social, emocional como cognitiva. A partir de los 8 meses, aquellos sonidos que no pertenezcan a la lengua materna y que por tanto el bebé no esté acostumbrado a oir, quedarán descartados.
Según Varela, "la persona que ha estado expuesta a dos lenguas desde el nacimiento activa al hablar en cada uno de los idiomas la misma zona del cerebro (es como si fuese dos monolingües en un cerebro) mientras que los que han aprendido tardíamente una segunda lengua activan zonas distintas". De esta forma, "los bilingües precoces no traducen, no necesitan una lengua para funcionar con la otra, sino que son capaces de activarlas simultánea o independientemente y a veces ni siquiera son conscientes de en qué idioma están hablando o pensando en un momento determinado". Varela cita una metáfora de la lingüista Barbara Zurer, en el que las lenguas son dos árboles en un bosque. "En el niño bilingüe precoz, los dos árboles son independientes, están plantados en el mismo suelo pero cada uno tiene sus raíces. En el bilingüe tardío, uno de los árboles es el único que tiene raíces propias (la lengua materna), y sobre él crece una planta que se alimenta de la primera y depende de ella (la segunda lengua)".